Aunque la gente diga que su programa favorito son los
documentales de La 2, las audiencias siguen confirmando que a los reality shows
les queda mucha cuerda. Pero, si os fijáis un poco, ya no son exactamente
iguales al primer Gran hermano. En España, allá por el año 2000, tener un
programa con tan pocos gastos fue la leche para las productoras; los
concursantes trabajaban en un programa que daba audiencia sin cobrar nada por
lo que la rentabilidad era estupenda. El problema, vino después, cuando esas
personas anónimas eran difíciles de controlar al ir a los programas derivados
de este Gran hermano; así que, después de muchos años sacando rentabilidad a
los actores gratis la cosa ha cambiado. Mantenemos nuestro Gran hermano, por
supuesto, como el gran reality, pero, al margen de este no usamos ya más
anónimos. Ahora la audiencia prefiere ver a los famosillos tirarse de un
trampolín o aprender a hacer magia. Supongo que esta gente ahora tendrá un
sueldo fijo para salir en todos los programas de una cadena y así seguir
saliendo baratos; pero claro: pobres hijos de toreros, exnovias de ni se sabe o
peluqueras de aquel; no los íbamos a dejar sin trabajo.