A veces una se para a pensar los mensajes que van dejando los
diferentes programas de televisión y llega a conclusiones que no le gustan. Es
el caso, por ejemplo, de los programas de talentos que surgen por doquier:
cantantes, bailarines, ahora también tatuadores o maquilladores tienen
versiones de Tu sí que vales. Y los concursantes son totalmente pasivos y
obedientes, los jueces constituyen una autoridad a la cual nadie cuestiona;
concursantes y espectadores se rinden ante la sabiduría de los mismos.
Igualmente, los jueces tratan a los concursantes con condescendencia y como si
fueran niños malcriados a los que hay que educar. Mucho se ha dicho que la
escuela servía para formar a trabajadores obedientes y sumisos, ¿se estará
sumando la televisión a esa tarea?