Los sentimientos venden. Lo saben las empresas que nos ponen
chicos y chicas estupendos para que nos enamoremos de los productos que tienen
al lado, pero también lo saben los partidos políticos, nada como generar odio
contra una ideología para fomentar el voto de la contraria; y si de paso nos
marcamos una cortina de humo, pues miel sobre hojuelas. Hace casi una semana
mataron a una mujer a sangre fría, un acto cruel y absolutamente condenable.
Pero hay personas que no ven más allá de los hechos y se dedican a crear odio y
difundirlo por los medios de comunicación: en tertulias, artículos de
periódicos y, por qué no, también en Twitter. Esos creadores de odio
profesionales llevan años trabajando sin que nadie les ponga un ojo encima,
ahora, casualmente esos creadores de odio merecen toda la atención de la
policía, que casualidad que mientras ocurre todo esto, el juez Ruz siga sacando
políticos con cuentas en Suiza. Los sentimientos como el odio son fáciles de
crear, pero también de borrar, cuando todos nos odiemos a todos, ya veremos
cómo se gobierna el país.